Sigue uno mirando el suelo esperando una brecha de luz como observan los pájaros su jaula azul.
Cabalgando en serpiente el desierto de algas y algos, del blues eterno de miradas perdidas.
Sube a mi tren y destrúyete, instrúyete en el vivir, un premeditado derivar de corrientes.
Antes que Dios te encuentra el hambre que es más veloz, y cuando su voz abrió la puerta me dijo:
-He venido a matarte otra vez.
Y joder si lo hizo.
David G. Rebollo
David G. Rebollo