La noche nos sorprendió en la cima. Ya habíamos acampado.
Apagamos la luz, huyendo del frío, y las estrellas se nos aparecieron
danzantes y alegres. El silencio barnizó la jungla, nacieron los susurros.
De la nada apareció un tucán en el cielo, cayendo en picado.
Lo último que oímos fue su grito libertario. Después ya no estábamos allí.