¡COMPARTE EL BLOG!






Suscripción vía mail

Ingresa aquí tu email:

Gracias por tu seguimiento

jueves, 15 de septiembre de 2011




Yo que tan libre me creí crear, 
moriré esclavo de ojos tristes, de gritos y canciones.
Costumbre es citarme en los espejos y llegar antes que el reflejo,
intentar abrazarme si me encuentro en los lagos,
buceando hasta perderme con mi sombra;
la que tantas noches te costó construir. 


David Rebollo Genestar

lunes, 23 de mayo de 2011



Desde la cornisa susurraban unas y otras en tono burlesco, esperando que Blanca volviera.
Pero ya era demasiado tarde; Blanca había decidido morir volando.



David Rebollo Genestar

martes, 3 de mayo de 2011

Las tres esfinges en bikini. S. Dalí

Cuánto desapego pegado a mi tuétano. Esa falsa modestia tan poco falsa, tan real y presente.
Desorientado en un invierno que ya se cuenta por décadas. Esas ocho tres de la mañana por noche.
Este coche que rompió sus retrovisores, el mismo cochecito que mecía mis esperanzas soñolientas. 
Y allí estaba yo, sentado dentro, mirando hacia delante, sin saber que el futuro me esperaba detrás.






David Rebollo Genestar



viernes, 1 de abril de 2011



Espejo, no te recordaba aquí, en estos ojos.
Tampoco te olvido en los míos, que no son camino ni horizonte,
pero se hallan verdes en la esperanza mientras moldeas mi barro.
Espejo, no te esperaba aquí, en estas palabras.
Tampoco olvides las mías pues nada más detento en mi sangre,
y son litio cuando busco y visten plomo si te encuentro.
Espejo, no te buscaba allí, en mis recuerdos.
Tampoco en los quince minutos que me quedan de vida,
aunque me pintes puertas sin pomo y ventanas de mármol.
Espejismo, no te recordaba aquí, en estos ojos.



David Rebollo Genestar

martes, 22 de marzo de 2011



Sigue uno mirando el suelo esperando una brecha de luz como observan los pájaros su jaula azul.
Cabalgando en serpiente el desierto de algas y algos, del blues eterno de  miradas perdidas.
Sube a mi tren y destrúyete, instrúyete en el vivir, un premeditado derivar de corrientes.
Antes que Dios te encuentra el hambre que es más veloz, y cuando su voz abrió la puerta me dijo:
-He venido a matarte otra vez.
Y joder si lo hizo.




David G. Rebollo 

sábado, 26 de febrero de 2011


Detesto darme a conocer, sin embargo, me beso con la intuición.
Es genial escribirte vacíos sin sentido y que leas vasos colmados,
que me beses como a un desconocido y me grites tu rutina hueca.
Hoy me visto de piel, que ya pesa lo suficiente.
A las cinco de la primavera, ojos de empresario y vagabundo 
se conocen en un cruce de luz tenue, y esas son las miradas 
universales, donde todo se comparte; donde el corazón se detiene
y anima a tirar monedas por no congelarse en su sangre verde.

Asienten pero no se entienden. Nadie lo hace.


David Rebollo

martes, 22 de febrero de 2011

Vengo vestido de amnistía, de exilio y folio en blanco, de ojos grises que quieren llorarte.
Me tengo disfrazado de razón, de punto en común. No hay ser si no somos y nos creemos crear.
Géminis de atracción sucia y potente, siendo yo un capricornio tan veraniego. 
Si el sosiego me reta moriré pronto, y las válvulas en las que me escondía cavarán por mí.


Un diamante se pule en la mina del horror.




David Rebollo

lunes, 21 de febrero de 2011



Siempre te miento. También ahora.
Me busqué en todas partes, te juro; en el esfuerzo y en los desvanes.
En el recuento salgo perdiendo, por horas y monedas, frío y frialdad.
Comprar la paz es invertir en guerra, y ya me cansé de dispararte.
No tengo sentido más allá de tu pensamiento.
No tengo sentidos más acá de tus vicios.
Pero jamás te mentiría. Tampoco antes.


Tan bien antes, tan poco ahora.
Pero el ahora siempre es antes y nunca llega a ahogarme, mujer.



David Rebollo



jueves, 27 de enero de 2011





Cuando tu boca se llena de orgullo en su vacío se silencia y en ella duerme despierto el reproche.
Cuando el pan de ayer es la cena de mañana y las esquinas no nos cruzan sin opinar.
Siempre que nos duelen las muelas a rabiar y el dolor nos mole, y se consume el sol sin que nadie nos avise, perdidos y desengañados en disfraces y lugares sin lugar; espejos que no son el nuestro.
De pronto la vida nos hizo elegir entre el tiempo al tiempo o la muerte a la muerte, y decían que el tiempo todo lo cura, todo lo borra, también nuestras pieles y ojos. Y al final desayunamos una colección de ayeres que no fueron y de presentes impresentables. El futuro pasado, por alto y bajo tierra.
Pero ahí crece mi orgullo y es tu boca quien lo amansa, en la estresante tranquilidad de lo eterno.
Puede que el cielo sea menos cielo sin nubes, sin suelo, y que la madera sea el último cuadro que nos haga temblar los huesos.  Porque tus besos son tus besos, entre labios o palabras, y nadie es nadie cuando los encuentra si de cada segundo que me robas me devuelves cuatro vidas y mi autito de lata.

No me llevaré nada al cajón, pero él tampoco se llevará nada de mí. 
Este es mi pacto con la muerte.

David Rebollo Genestar


sábado, 8 de enero de 2011

Agujas y engranajes. Flores que marchitan.
Cuando todo no es bastante,
siempre gritan los mudos, delante,
se pudren los huesos y el disfraz.


David Rebollo Genestar


 

Copyright 2010 El coleccionista de silencios.