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lunes, 7 de mayo de 2012













07/05/2012


Quién pudiera vivir de viejos presagios. De palabras.
Y entenderlas como yo, no como débiles susurros.
He venido a contarle que las noches a su lado son las más luminosas.
Aunque nos veamos incómodos el uno del otro y no lo entendamos.
Aunque nos sintamos lejos en las medianeras. Y tan cerca acá.
Hoy vine para que me recuerde así. Porque así es como soy.
Y así me voy por un tiempo, lleno de temblores.
Dejando estos rostros de vos como único rastro.
Para que siempre me encuentre en ellos.
Y detrás de mí, a usted si lo necesita.
Porque nada me hace más feliz que saberme un niño.
Y viajar a la luna llena. A esperar.
Y plantar allí un jardín de nostalgia.
Para que cualquier noche
pueda señalarla con el dedo,
y explicarle a sus amigos,
a sus padres o a sus hijos,
que allí vive el astronauta.



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