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jueves, 10 de mayo de 2012
10/05/2012
Qué cerca me siento en tu lejanía
y qué pronto me siento en tu recuerdo
para quedarme dormidito a la sombra de
tus ojos, que son olivos en flor cuando
se abrazan a las palabras de estas cartas,
y a través de ellas vuelven a sentir las
yemas de mis dedos moldeándolos
en silencio, atentas a tu pestañeo.
Y así se entregan a tu voluntad
de abrirlos y encontrar su luz,
o de cerrarlos y apagar la pasión.
Y te ayudan a ello, sea lo que sea.
Y me alegra, igual que a vos,
esa libertad infinita que nos conceden.
Porque al fin reencontré la felicidad
del que no espera recibir de la vida
más que frágiles bocanadas de
magia repartidas por los rincones.
Y vuelvo a ser quien se conmueve
al ver un pájaro alzar el vuelo.
Mientras me pregunto si yo seré él.
Att;
ElAstronauta
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