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jueves, 24 de junio de 2010

Todos los bebés lloran cuando son desterrados de su hogar humano. El final de la vida que conocen les llena de dolor, sin ser conscientes del mágico mundo que nace junto a ellos.
Quiero pensar que es lo mismo. Que mi corazón se detendrá pero los pies de mi espíritu no lo harán. Y así lograré vagar descalzo hasta renacer nuevamente sintiendo el dolor de dejar atrás todo esto, pero con la esperanza de encontrar allá el amor que acá me faltó.
Por ello gasto mi existencia en encontrar, dondequiera que sea, un siamés con el que compartir los gastos emocionales de la soledad del caminante que viaja por las vidas en busca de magia.
Tengo un amuleto.

1 comentarios:

Irene dijo...

así que un siamés,eh?

p.d:cuida el amuleto, no dejes que nada le venza

p.d2: adsjkdna, ajkdnasjkda? akndjkanda!! ajdnasjkdnasjdnas :D :D :DD

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